DIARIO MONITOR – CULTURA – MÉXICO, 29/05/05
LEER ES UN PLACER
Las cinco estaciones del amor
Joao Almino
Alfaguara, Universidad del Claustro de Sor Juana.
LORENA ELIZABETH HERNÁNDEZ
A veces la felicidad está a la mano, en la mirada furtiva que cruzamos con un desconocido, en la brisa fresca de una tarde de verano, en el amor que hemos dejado pasar por nuestra incapacidad de reconocer las señales, de aprehender las certezas, de vivir.
La novela que quiero recomendarte hoy es un relato íntimo, profundamente personal, uno de esos libros que no pueden dejar de leerse. Se trata de Las cinco estaciones del amor del escritor brasileño Joao Almino, coeditada por Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Las protagonistas de la historia son Ana, ex profesora universitaria jubilada, y Brasilia, la capital de ese enorme universo sudamericano llamado Brasil del que tan poco sabemos.
Consumida por la mediocridad, obsesiva y profundamente sola, Ana ya no le encuentra sentido a su vida y empieza a escribir un relato que pretende ser una catarsis de todos los dolores, frustraciones y melancolías padecidas a lo largo de sus 55 años de existencia.
“Tuve una vida mediocre. De veras mediocre. Nada de emocionante, pintoresco, gracioso o heroico. Nada de excitante. Ninguna historia de amor exitosa. Ningún desastre descomunal. Ninguna tragedia capaz de conmover”.
La rutina se rompe cuando recibe la carta de un viejo amigo, Norberto, quien después de años de vagabundeo por el mundo quiere volver a Brasilia a quedarse con Ana. Sólo que ahora Norberto es Berta, ha decidido volverse mujer y además pretende organizar la reunión del grupo de amigos de juventud apodado los inútiles.
La insípida vida de Ana, quien se dedica a cuidar a sus sobrinos Hormiga y Vera luego de la muerte repentina de su hermana, a recordar al ex marido al que no soportaba y a fantasear con su vecino que cultiva rosas, da un vuelco.
En 1970, llenos de ilusiones por cambiar el mundo, los inútiles habían prometido volver a reunirse para celebrar juntos la llegada del nuevo milenio, el año 2000 y Ana fue designada como enlace para coordinar esa cita en 1999, pero el único que parece recordar el compromiso es Norberto-Berta, quien de paso pretende asumir la identidad de Elena, una joven militante de movimientos de izquierda que desapareció décadas atrás, durante la dictadura y cuyos documentos siguen en poder de Ana.
“Todo empieza después de que recibo la carta de Norberto, hace poco más de un año, en dos días de crisis y revelación. No puedo evitar lo que va a suceder. Hay errores que sólo aparecen con la experiencia, cuando ya no podemos corregirlos”.
Norberto-Berta y sus locuras le dan una nueva energía a la casa de Ana, quien sigue empeñada en tirar todos los papeles acumulados a lo largo del tiempo, triturarlos, desmenuzarlos, para extraer de ellos palabras nuevas que le permitan encontrarle sentido a sus días, dejar atrás la profunda depresión, mirar con ojos nuevos al mundo. “Escribo con el mismo estilo con el que vivo, o sea, como se me ocurre. Pierdo ideas a la mitad del camino e incluyo en el texto lo que me viene a la mente, sin disciplina. No tengo nada que perder. Sólo palabras”.
Pero el proceso no es para nada sencillo. Los inútiles han tomado caminos distintos. Nadie pudo cambiar al mundo. Ana no está dispuesta a llegar a la fiesta del año 2000 y mostrarse como realmente se siente, una mujer fracasada, frustrada, sumida en el sin sentido y, sobre todo, sola, jubilada de la vida, incapaz de enamorarse, apasionarse, lanzarse sin red al vacío. Incapaz de vivir.
Un intento de asalto, un sobrino delincuente y la dura imposición de la realidad, además de la desaparición de Norberto-Berta, cambiarán de manera definitiva a Ana, quien espera encontrar en el suicidio la respuesta a sus preguntas de siempre.
Las cinco estaciones del amor aluden tanto a las diferentes temporadas climáticas del año como a esos estadios del sentimiento que Almino describe magistralmente y que nos regala a través de Ana, un personaje entrañable, como aquella amiga querida de la que hace tiempo no tenemos noticias.
DIARIO MONITOR – CULTURA – MÉXICO, 29/05/05
LEER ES UN PLACER
Las cinco estaciones del amor
Joao Almino
Alfaguara, Universidad del Claustro de Sor Juana.
LORENA ELIZABETH HERNÁNDEZ
A veces la felicidad está a la mano, en la mirada furtiva que cruzamos con un desconocido, en la brisa fresca de una tarde de verano, en el amor que hemos dejado pasar por nuestra incapacidad de reconocer las señales, de aprehender las certezas, de vivir.
La novela que quiero recomendarte hoy es un relato íntimo, profundamente personal, uno de esos libros que no pueden dejar de leerse. Se trata de Las cinco estaciones del amor del escritor brasileño Joao Almino, coeditada por Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Las protagonistas de la historia son Ana, ex profesora universitaria jubilada, y Brasilia, la capital de ese enorme universo sudamericano llamado Brasil del que tan poco sabemos.
Consumida por la mediocridad, obsesiva y profundamente sola, Ana ya no le encuentra sentido a su vida y empieza a escribir un relato que pretende ser una catarsis de todos los dolores, frustraciones y melancolías padecidas a lo largo de sus 55 años de existencia.
“Tuve una vida mediocre. De veras mediocre. Nada de emocionante, pintoresco, gracioso o heroico. Nada de excitante. Ninguna historia de amor exitosa. Ningún desastre descomunal. Ninguna tragedia capaz de conmover”.
La rutina se rompe cuando recibe la carta de un viejo amigo, Norberto, quien después de años de vagabundeo por el mundo quiere volver a Brasilia a quedarse con Ana. Sólo que ahora Norberto es Berta, ha decidido volverse mujer y además pretende organizar la reunión del grupo de amigos de juventud apodado los inútiles.
La insípida vida de Ana, quien se dedica a cuidar a sus sobrinos Hormiga y Vera luego de la muerte repentina de su hermana, a recordar al ex marido al que no soportaba y a fantasear con su vecino que cultiva rosas, da un vuelco.
En 1970, llenos de ilusiones por cambiar el mundo, los inútiles habían prometido volver a reunirse para celebrar juntos la llegada del nuevo milenio, el año 2000 y Ana fue designada como enlace para coordinar esa cita en 1999, pero el único que parece recordar el compromiso es Norberto-Berta, quien de paso pretende asumir la identidad de Elena, una joven militante de movimientos de izquierda que desapareció décadas atrás, durante la dictadura y cuyos documentos siguen en poder de Ana.
“Todo empieza después de que recibo la carta de Norberto, hace poco más de un año, en dos días de crisis y revelación. No puedo evitar lo que va a suceder. Hay errores que sólo aparecen con la experiencia, cuando ya no podemos corregirlos”.
Norberto-Berta y sus locuras le dan una nueva energía a la casa de Ana, quien sigue empeñada en tirar todos los papeles acumulados a lo largo del tiempo, triturarlos, desmenuzarlos, para extraer de ellos palabras nuevas que le permitan encontrarle sentido a sus días, dejar atrás la profunda depresión, mirar con ojos nuevos al mundo. “Escribo con el mismo estilo con el que vivo, o sea, como se me ocurre. Pierdo ideas a la mitad del camino e incluyo en el texto lo que me viene a la mente, sin disciplina. No tengo nada que perder. Sólo palabras”.
Pero el proceso no es para nada sencillo. Los inútiles han tomado caminos distintos. Nadie pudo cambiar al mundo. Ana no está dispuesta a llegar a la fiesta del año 2000 y mostrarse como realmente se siente, una mujer fracasada, frustrada, sumida en el sin sentido y, sobre todo, sola, jubilada de la vida, incapaz de enamorarse, apasionarse, lanzarse sin red al vacío. Incapaz de vivir.
Un intento de asalto, un sobrino delincuente y la dura imposición de la realidad, además de la desaparición de Norberto-Berta, cambiarán de manera definitiva a Ana, quien espera encontrar en el suicidio la respuesta a sus preguntas de siempre.
Las cinco estaciones del amor aluden tanto a las diferentes temporadas climáticas del año como a esos estadios del sentimiento que Almino describe magistralmente y que nos regala a través de Ana, un personaje entrañable, como aquella amiga querida de la que hace tiempo no tenemos noticias.