Inconformarse con la realidad, deber de la literatura

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[:pt]La Jornada, México
Martes, 19 de Agosto del 2003.

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino
Por Ericka Montaño Garfias

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino

El libro, coeditado por Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana, da voz a la generación post-68, la cual creyó en las revoluciones y en la lucha contra la represión, que ahora, 35 años después, enfrenta el desencanto y la desilusión de haber perdido sus sueños, pero encuentra un nuevo pretexto para vivir. La novela forma parte de la Trilogía de Brasilia, que se completa con Ideas sobre dónde pasar el fin del mundo y Samba-enredo.

Almino (Mossoró, 1950) se ha desempeñado durante varios años en el mundo diplomático y es director del Instituto Río Branco, donde se preparan los diplomáticos brasileños. Sin embargo, en entrevista con La Jornada subraya que su carrera no influye en nada en su trabajo literario. “Son muy distintos los papeles, el de escritor y el de diplomático. Uno no debe, de ninguna forma, interferir en el otro. La diplomacia es el arte del compromiso, de la negociación. La escritura, al contrario, es el arte de no negociar de ninguna forma, el arte de la intransigencia, del no compromiso. El escritor tiene que ser ciento por ciento fiel a sí mismo y a sus ideas, y no puede jamás estar preparado para negociarlos en una mesa.”

Agrega: “la escritura tiene que ser libre totalmente. El papel de la literatura es decir lo indecible. Por el contrario, cuando hay algo que decir muy claramente hay otros géneros que pueden utilizarse, como el discurso o el ensayo; pero el terreno de la literatura es el que se mueve en la duda, en lo oscuro, en este campo que muestra lo que uno cree no poder ver”.

Y es que en su tarea de escritor se abrieron muchos paréntesis para la elaboración de ensayos filosóficos, históricos o políticos, en gran parte debido a una situación particular dentro de la historia brasileña, la dictadura. Manifiesta que su trabajo en la literatura le ofrece un equilibrio de vida, por lo cual debe escribir un poco todos los días. “Es como para quien es necesario hacer ejercicio diario, comer o respirar”.

Las cinco estaciones del amor puede leerse como novela de desencanto y desilusión, pero también como la transformación de las utopías. Hay desilusión en los personajes, encabezados por Ana, “pero no es algo negativo. Está más cercano a lo que sería la realidad, a comprender que no es posible rehacer la historia a partir de cero, que hay puntos de continuidad, que las rupturas nunca existen, sea en el plan personal o general, de la política o de la cultura”.

Es entender “que los cambios sí son posibles, pero es mejor hacerlos con los pies sobre la tierra que creer en la posibilidad de volar, de reinventar el tiempo y el espacio. Obviamente las luchas contra la dictadura, la represión, siguen vigentes. Lo que cambia de los años 60 a la actualidad es que la creencia de que los cambios se podían hacer de una forma global, estructural, y que a partir de un momento mágico de ruptura revolucionaria se podría pasar a una nueva vida de libertad, igualdad, armonía social. Ahora se tiene la conciencia de que los cambios inician desde el nivel micro, personal”.

Con todo, “no podemos abdicar en nada, tenemos que estar vigilantes, combatientes, no conformarnos con nuestra realidad. Ese es otro de los papeles de la literatura: no aceptar la realidad”.

Almino continúa con la tradición brasileña de la novela urbana que se inició en el siglo XIX -cuando en otras partes del mundo aún se escribía novela rural-, al situar su trilogía en la ciudad de Brasilia, condición que universaliza al texto porque, “para bien o para mal, existe una semejanza entre las grandes ciudades, tanto en sus centros comerciales como en los problemas de sus suburbios”.

Las cinco estaciones del amor se presenta este jueves en el ex templo de San Jerónimo de la Universidad del Claustro de Sor Juana (Izazaga 92, Centro), con la presencia de Alberto Ruy-Sánchez, Sandra Lorenzano, Valquiria Wey y el autor.

[:en]La Jornada, México
Martes, 19 de Agosto del 2003

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino
Por Ericka Montaño Garfias

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino

El libro, coeditado por Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana, da voz a la generación post-68, la cual creyó en las revoluciones y en la lucha contra la represión, que ahora, 35 años después, enfrenta el desencanto y la desilusión de haber perdido sus sueños, pero encuentra un nuevo pretexto para vivir. La novela forma parte de la Trilogía de Brasilia, que se completa con Ideas sobre dónde pasar el fin del mundo y Samba-enredo.

Almino (Mossoró, 1950) se ha desempeñado durante varios años en el mundo diplomático y es director del Instituto Río Branco, donde se preparan los diplomáticos brasileños. Sin embargo, en entrevista con La Jornada subraya que su carrera no influye en nada en su trabajo literario. “Son muy distintos los papeles, el de escritor y el de diplomático. Uno no debe, de ninguna forma, interferir en el otro. La diplomacia es el arte del compromiso, de la negociación. La escritura, al contrario, es el arte de no negociar de ninguna forma, el arte de la intransigencia, del no compromiso. El escritor tiene que ser ciento por ciento fiel a sí mismo y a sus ideas, y no puede jamás estar preparado para negociarlos en una mesa.”

Agrega: “la escritura tiene que ser libre totalmente. El papel de la literatura es decir lo indecible. Por el contrario, cuando hay algo que decir muy claramente hay otros géneros que pueden utilizarse, como el discurso o el ensayo; pero el terreno de la literatura es el que se mueve en la duda, en lo oscuro, en este campo que muestra lo que uno cree no poder ver”.

Y es que en su tarea de escritor se abrieron muchos paréntesis para la elaboración de ensayos filosóficos, históricos o políticos, en gran parte debido a una situación particular dentro de la historia brasileña, la dictadura. Manifiesta que su trabajo en la literatura le ofrece un equilibrio de vida, por lo cual debe escribir un poco todos los días. “Es como para quien es necesario hacer ejercicio diario, comer o respirar”.

Las cinco estaciones del amor puede leerse como novela de desencanto y desilusión, pero también como la transformación de las utopías. Hay desilusión en los personajes, encabezados por Ana, “pero no es algo negativo. Está más cercano a lo que sería la realidad, a comprender que no es posible rehacer la historia a partir de cero, que hay puntos de continuidad, que las rupturas nunca existen, sea en el plan personal o general, de la política o de la cultura”.

Es entender “que los cambios sí son posibles, pero es mejor hacerlos con los pies sobre la tierra que creer en la posibilidad de volar, de reinventar el tiempo y el espacio. Obviamente las luchas contra la dictadura, la represión, siguen vigentes. Lo que cambia de los años 60 a la actualidad es que la creencia de que los cambios se podían hacer de una forma global, estructural, y que a partir de un momento mágico de ruptura revolucionaria se podría pasar a una nueva vida de libertad, igualdad, armonía social. Ahora se tiene la conciencia de que los cambios inician desde el nivel micro, personal”.

Con todo, “no podemos abdicar en nada, tenemos que estar vigilantes, combatientes, no conformarnos con nuestra realidad. Ese es otro de los papeles de la literatura: no aceptar la realidad”.

Almino continúa con la tradición brasileña de la novela urbana que se inició en el siglo XIX -cuando en otras partes del mundo aún se escribía novela rural-, al situar su trilogía en la ciudad de Brasilia, condición que universaliza al texto porque, “para bien o para mal, existe una semejanza entre las grandes ciudades, tanto en sus centros comerciales como en los problemas de sus suburbios”.

Las cinco estaciones del amor se presenta este jueves en el ex templo de San Jerónimo de la Universidad del Claustro de Sor Juana (Izazaga 92, Centro), con la presencia de Alberto Ruy-Sánchez, Sandra Lorenzano, Valquiria Wey y el autor.
[:es]La Jornada, México
Martes, 19 de Agosto del 2003 .

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino
Por Ericka Montaño Garfias

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino

El libro, coeditado por Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana, da voz a la generación post-68, la cual creyó en las revoluciones y en la lucha contra la represión, que ahora, 35 años después, enfrenta el desencanto y la desilusión de haber perdido sus sueños, pero encuentra un nuevo pretexto para vivir. La novela forma parte de la Trilogía de Brasilia, que se completa con Ideas sobre dónde pasar el fin del mundo y Samba-enredo.

Almino (Mossoró, 1950) se ha desempeñado durante varios años en el mundo diplomático y es director del Instituto Río Branco, donde se preparan los diplomáticos brasileños. Sin embargo, en entrevista con La Jornada subraya que su carrera no influye en nada en su trabajo literario. “Son muy distintos los papeles, el de escritor y el de diplomático. Uno no debe, de ninguna forma, interferir en el otro. La diplomacia es el arte del compromiso, de la negociación. La escritura, al contrario, es el arte de no negociar de ninguna forma, el arte de la intransigencia, del no compromiso. El escritor tiene que ser ciento por ciento fiel a sí mismo y a sus ideas, y no puede jamás estar preparado para negociarlos en una mesa.”

Agrega: “la escritura tiene que ser libre totalmente. El papel de la literatura es decir lo indecible. Por el contrario, cuando hay algo que decir muy claramente hay otros géneros que pueden utilizarse, como el discurso o el ensayo; pero el terreno de la literatura es el que se mueve en la duda, en lo oscuro, en este campo que muestra lo que uno cree no poder ver”.

Y es que en su tarea de escritor se abrieron muchos paréntesis para la elaboración de ensayos filosóficos, históricos o políticos, en gran parte debido a una situación particular dentro de la historia brasileña, la dictadura. Manifiesta que su trabajo en la literatura le ofrece un equilibrio de vida, por lo cual debe escribir un poco todos los días. “Es como para quien es necesario hacer ejercicio diario, comer o respirar”.

Las cinco estaciones del amor puede leerse como novela de desencanto y desilusión, pero también como la transformación de las utopías. Hay desilusión en los personajes, encabezados por Ana, “pero no es algo negativo. Está más cercano a lo que sería la realidad, a comprender que no es posible rehacer la historia a partir de cero, que hay puntos de continuidad, que las rupturas nunca existen, sea en el plan personal o general, de la política o de la cultura”.

Es entender “que los cambios sí son posibles, pero es mejor hacerlos con los pies sobre la tierra que creer en la posibilidad de volar, de reinventar el tiempo y el espacio. Obviamente las luchas contra la dictadura, la represión, siguen vigentes. Lo que cambia de los años 60 a la actualidad es que la creencia de que los cambios se podían hacer de una forma global, estructural, y que a partir de un momento mágico de ruptura revolucionaria se podría pasar a una nueva vida de libertad, igualdad, armonía social. Ahora se tiene la conciencia de que los cambios inician desde el nivel micro, personal”.

Con todo, “no podemos abdicar en nada, tenemos que estar vigilantes, combatientes, no conformarnos con nuestra realidad. Ese es otro de los papeles de la literatura: no aceptar la realidad”.

Almino continúa con la tradición brasileña de la novela urbana que se inició en el siglo XIX -cuando en otras partes del mundo aún se escribía novela rural-, al situar su trilogía en la ciudad de Brasilia, condición que universaliza al texto porque, “para bien o para mal, existe una semejanza entre las grandes ciudades, tanto en sus centros comerciales como en los problemas de sus suburbios”.

Las cinco estaciones del amor se presenta este jueves en el ex templo de San Jerónimo de la Universidad del Claustro de Sor Juana (Izazaga 92, Centro), con la presencia de Alberto Ruy-Sánchez, Sandra Lorenzano, Valquiria Wey y el autor.
[:fr]La Jornada, México
Martes, 19 de Agosto del 2003 .

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino
Por Ericka Montaño Garfias

Inconformarse con la realidad, deber de la literatura: Joao Almino

El libro, coeditado por Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana, da voz a la generación post-68, la cual creyó en las revoluciones y en la lucha contra la represión, que ahora, 35 años después, enfrenta el desencanto y la desilusión de haber perdido sus sueños, pero encuentra un nuevo pretexto para vivir. La novela forma parte de la Trilogía de Brasilia, que se completa con Ideas sobre dónde pasar el fin del mundo y Samba-enredo.

Almino (Mossoró, 1950) se ha desempeñado durante varios años en el mundo diplomático y es director del Instituto Río Branco, donde se preparan los diplomáticos brasileños. Sin embargo, en entrevista con La Jornada subraya que su carrera no influye en nada en su trabajo literario. “Son muy distintos los papeles, el de escritor y el de diplomático. Uno no debe, de ninguna forma, interferir en el otro. La diplomacia es el arte del compromiso, de la negociación. La escritura, al contrario, es el arte de no negociar de ninguna forma, el arte de la intransigencia, del no compromiso. El escritor tiene que ser ciento por ciento fiel a sí mismo y a sus ideas, y no puede jamás estar preparado para negociarlos en una mesa.”

Agrega: “la escritura tiene que ser libre totalmente. El papel de la literatura es decir lo indecible. Por el contrario, cuando hay algo que decir muy claramente hay otros géneros que pueden utilizarse, como el discurso o el ensayo; pero el terreno de la literatura es el que se mueve en la duda, en lo oscuro, en este campo que muestra lo que uno cree no poder ver”.

Y es que en su tarea de escritor se abrieron muchos paréntesis para la elaboración de ensayos filosóficos, históricos o políticos, en gran parte debido a una situación particular dentro de la historia brasileña, la dictadura. Manifiesta que su trabajo en la literatura le ofrece un equilibrio de vida, por lo cual debe escribir un poco todos los días. “Es como para quien es necesario hacer ejercicio diario, comer o respirar”.

Las cinco estaciones del amor puede leerse como novela de desencanto y desilusión, pero también como la transformación de las utopías. Hay desilusión en los personajes, encabezados por Ana, “pero no es algo negativo. Está más cercano a lo que sería la realidad, a comprender que no es posible rehacer la historia a partir de cero, que hay puntos de continuidad, que las rupturas nunca existen, sea en el plan personal o general, de la política o de la cultura”.

Es entender “que los cambios sí son posibles, pero es mejor hacerlos con los pies sobre la tierra que creer en la posibilidad de volar, de reinventar el tiempo y el espacio. Obviamente las luchas contra la dictadura, la represión, siguen vigentes. Lo que cambia de los años 60 a la actualidad es que la creencia de que los cambios se podían hacer de una forma global, estructural, y que a partir de un momento mágico de ruptura revolucionaria se podría pasar a una nueva vida de libertad, igualdad, armonía social. Ahora se tiene la conciencia de que los cambios inician desde el nivel micro, personal”.

Con todo, “no podemos abdicar en nada, tenemos que estar vigilantes, combatientes, no conformarnos con nuestra realidad. Ese es otro de los papeles de la literatura: no aceptar la realidad”.

Almino continúa con la tradición brasileña de la novela urbana que se inició en el siglo XIX -cuando en otras partes del mundo aún se escribía novela rural-, al situar su trilogía en la ciudad de Brasilia, condición que universaliza al texto porque, “para bien o para mal, existe una semejanza entre las grandes ciudades, tanto en sus centros comerciales como en los problemas de sus suburbios”.

Las cinco estaciones del amor se presenta este jueves en el ex templo de San Jerónimo de la Universidad del Claustro de Sor Juana (Izazaga 92, Centro), con la presencia de Alberto Ruy-Sánchez, Sandra Lorenzano, Valquiria Wey y el autor.
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