Enigmas de Primavera, de João Almino
Antonio Maura (*)
Enigmas de Primavera es una novela de fácil lectura, pero compleja. Muchas ideas fueron surgiendo de su lectura, ideas sobre el sueño y la realidad. Pero, ¿de qué sueño se trata, de qué realidad?
Escribí acerca de ese libro en cuanto lo leía:
“Se trata de un espacio entre la realidad y el sueño, pero ¿de qué realidad se habla, de la realidad de la red, del mundo de lo virtual, o de la realidad política, de la realidad de la carne que podemos acariciar? Y de que sueño hablamos, ¿de la fantasía novelada de Laila y Majnún, de la historia de la caída de Granada, de los sueños de un adolescente? Pero lo virtual no es un sueño ni una realidad: es un espacio líquido.”
Esto es, en parte, lo que veo en este libro, un bildungsroman, sobre la formación de un hombre y de una novela que se escribe al mismo tiempo. Tiene, por ello, muchos planos de lectura, muchas capas, como las de la cebolla o las de la cucaracha de Clarice, muchos planos que difícilmente podrían ser separados, pero que actúan sobre el lector y sobre el personaje.
Laila y Majnún, los dos amantes del relato casi místico, casi épico, de Nizâmî, que leí hace unos años, en la traducción española de Jordi Quinglés. Y de ese libro maravilloso de la literatura persa del siglo XII reproduzco estos versos:
Soy tuyo, por muy lejos que estés de mí.
Tu pena, cuando sufres, me da pesar a mí.
No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.
No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.
Cada recuerdo que ha dejado su huella en mí
permanece eternamente, como si fuera parte de mí.
¿Por qué hablar de ese libro casi desconocido en España si queremos hacerlo de esta novela? ¿Sólo porque los nombres de los personajes son Laila y Majnún? Pero existen otras mujeres bien definidas en la novela: Carmen y el afecto, Susana y el deseo, Laila y lo imposible, esa Laila de Majnún y de Nizâmî. Otro nuevo plano: el del amor. Es dificilísimo que una sola mujer, un hombre, pueda satisfacer todas las necesidades que busca un ser humano. El personaje del libro tiene que luchar por definir su amor y, en este aspecto, sí, es un verdadero bildungsroman.
También existen otras realidades, sueños: la realidad de las protestas sociales en el mundo contemporáneo, como fue la Primavera Árabe, el mayo del 68, el Movimientos de los Indignados del 15 de marzo en España, las revueltas de Brasil de este año, etc., etc. ¿Son sueños populares, realidades? ¿Qué realidad no es un sueño, que sueño no es una realidad? Y así podríamos ir descomponiendo las diferentes capas de la novela, por no hablar de la capa histórica –pues se adivina en el libro una investigación admirable sobre el reino Nazarí y la caída de Granada- que se mezcla con la realidad de nuestros días. Como también son actuales los paseos por Madrid, que reflejan sus personajes y que un habitante de la ciudad reconoce con certeza.
Así mismo: verdad y mentira, realidad y sueño. Hay también resonancias del Quijote y de las Memórias póstumas. Sería, siguiendo la clasificación de Carlos Fuentes, una “Novela de La Mancha”, cuando acierta al distinguir entre “Novelas de Waterloo y Novelas de La Mancha”, fantasía novelada y novela fantaseada de realidad y de sueño.
Tal vez podamos hablar más ampliamente de ese libro que me gustó, que se lee con placer, pero cuyas frases quedan mucho tiempo flotando en la mente del lector, pues hace reflexionar, y mucho, sobre los tipos de realidad a la que nos enfrentamos nosotros, los hombres y mujeres de siglo XXI.
No sé si me extendí mucho, pero, aún así, creo que se quedaron muchas cosas en el tintero, entre las líneas torcidas de la pantalla del ordenador, en el espacio líquido que está más allá de la realidad y del sueño.
Enigmas de Primavera, un bello libro.
(*) Antonio Maura es escritor y crítico literario español.
Enigmas de Primavera, de João Almino
Antonio Maura (*)
Enigmas de Primavera es una novela de fácil lectura, pero compleja. Muchas ideas fueron surgiendo de su lectura, ideas sobre el sueño y la realidad. Pero, ¿de qué sueño se trata, de qué realidad?
Escribí acerca de ese libro en cuanto lo leía:
“Se trata de un espacio entre la realidad y el sueño, pero ¿de qué realidad se habla, de la realidad de la red, del mundo de lo virtual, o de la realidad política, de la realidad de la carne que podemos acariciar? Y de que sueño hablamos, ¿de la fantasía novelada de Laila y Majnún, de la historia de la caída de Granada, de los sueños de un adolescente? Pero lo virtual no es un sueño ni una realidad: es un espacio líquido.”
Esto es, en parte, lo que veo en este libro, un bildungsroman, sobre la formación de un hombre y de una novela que se escribe al mismo tiempo. Tiene, por ello, muchos planos de lectura, muchas capas, como las de la cebolla o las de la cucaracha de Clarice, muchos planos que difícilmente podrían ser separados, pero que actúan sobre el lector y sobre el personaje.
Laila y Majnún, los dos amantes del relato casi místico, casi épico, de Nizâmî, que leí hace unos años, en la traducción española de Jordi Quinglés. Y de ese libro maravilloso de la literatura persa del siglo XII reproduzco estos versos:
Soy tuyo, por muy lejos que estés de mí.
Tu pena, cuando sufres, me da pesar a mí.
No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.
No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.
Cada recuerdo que ha dejado su huella en mí
permanece eternamente, como si fuera parte de mí.
¿Por qué hablar de ese libro casi desconocido en España si queremos hacerlo de esta novela? ¿Sólo porque los nombres de los personajes son Laila y Majnún? Pero existen otras mujeres bien definidas en la novela: Carmen y el afecto, Susana y el deseo, Laila y lo imposible, esa Laila de Majnún y de Nizâmî. Otro nuevo plano: el del amor. Es dificilísimo que una sola mujer, un hombre, pueda satisfacer todas las necesidades que busca un ser humano. El personaje del libro tiene que luchar por definir su amor y, en este aspecto, sí, es un verdadero bildungsroman.
También existen otras realidades, sueños: la realidad de las protestas sociales en el mundo contemporáneo, como fue la Primavera Árabe, el mayo del 68, el Movimientos de los Indignados del 15 de marzo en España, las revueltas de Brasil de este año, etc., etc. ¿Son sueños populares, realidades? ¿Qué realidad no es un sueño, que sueño no es una realidad? Y así podríamos ir descomponiendo las diferentes capas de la novela, por no hablar de la capa histórica –pues se adivina en el libro una investigación admirable sobre el reino Nazarí y la caída de Granada- que se mezcla con la realidad de nuestros días. Como también son actuales los paseos por Madrid, que reflejan sus personajes y que un habitante de la ciudad reconoce con certeza.
Así mismo: verdad y mentira, realidad y sueño. Hay también resonancias del Quijote y de las Memórias póstumas. Sería, siguiendo la clasificación de Carlos Fuentes, una “Novela de La Mancha”, cuando acierta al distinguir entre “Novelas de Waterloo y Novelas de La Mancha”, fantasía novelada y novela fantaseada de realidad y de sueño.
Tal vez podamos hablar más ampliamente de ese libro que me gustó, que se lee con placer, pero cuyas frases quedan mucho tiempo flotando en la mente del lector, pues hace reflexionar, y mucho, sobre los tipos de realidad a la que nos enfrentamos nosotros, los hombres y mujeres de siglo XXI.
No sé si me extendí mucho, pero, aún así, creo que se quedaron muchas cosas en el tintero, entre las líneas torcidas de la pantalla del ordenador, en el espacio líquido que está más allá de la realidad y del sueño.
Enigmas de Primavera, un bello libro.
(*) Antonio Maura es escritor y crítico literario español.Enigmas de Primavera, de João Almino
Antonio Maura (*)
Enigmas de Primavera es una novela de fácil lectura, pero compleja. Muchas ideas fueron surgiendo de su lectura, ideas sobre el sueño y la realidad. Pero, ¿de qué sueño se trata, de qué realidad?
Escribí acerca de ese libro en cuanto lo leía:
“Se trata de un espacio entre la realidad y el sueño, pero ¿de qué realidad se habla, de la realidad de la red, del mundo de lo virtual, o de la realidad política, de la realidad de la carne que podemos acariciar? Y de que sueño hablamos, ¿de la fantasía novelada de Laila y Majnún, de la historia de la caída de Granada, de los sueños de un adolescente? Pero lo virtual no es un sueño ni una realidad: es un espacio líquido.”
Esto es, en parte, lo que veo en este libro, un bildungsroman, sobre la formación de un hombre y de una novela que se escribe al mismo tiempo. Tiene, por ello, muchos planos de lectura, muchas capas, como las de la cebolla o las de la cucaracha de Clarice, muchos planos que difícilmente podrían ser separados, pero que actúan sobre el lector y sobre el personaje.
Laila y Majnún, los dos amantes del relato casi místico, casi épico, de Nizâmî, que leí hace unos años, en la traducción española de Jordi Quinglés. Y de ese libro maravilloso de la literatura persa del siglo XII reproduzco estos versos:
Soy tuyo, por muy lejos que estés de mí.
Tu pena, cuando sufres, me da pesar a mí.
No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.
No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.
Cada recuerdo que ha dejado su huella en mí
permanece eternamente, como si fuera parte de mí.
¿Por qué hablar de ese libro casi desconocido en España si queremos hacerlo de esta novela? ¿Sólo porque los nombres de los personajes son Laila y Majnún? Pero existen otras mujeres bien definidas en la novela: Carmen y el afecto, Susana y el deseo, Laila y lo imposible, esa Laila de Majnún y de Nizâmî. Otro nuevo plano: el del amor. Es dificilísimo que una sola mujer, un hombre, pueda satisfacer todas las necesidades que busca un ser humano. El personaje del libro tiene que luchar por definir su amor y, en este aspecto, sí, es un verdadero bildungsroman.
También existen otras realidades, sueños: la realidad de las protestas sociales en el mundo contemporáneo, como fue la Primavera Árabe, el mayo del 68, el Movimientos de los Indignados del 15 de marzo en España, las revueltas de Brasil de este año, etc., etc. ¿Son sueños populares, realidades? ¿Qué realidad no es un sueño, que sueño no es una realidad? Y así podríamos ir descomponiendo las diferentes capas de la novela, por no hablar de la capa histórica –pues se adivina en el libro una investigación admirable sobre el reino Nazarí y la caída de Granada- que se mezcla con la realidad de nuestros días. Como también son actuales los paseos por Madrid, que reflejan sus personajes y que un habitante de la ciudad reconoce con certeza.
Así mismo: verdad y mentira, realidad y sueño. Hay también resonancias del Quijote y de las Memórias póstumas. Sería, siguiendo la clasificación de Carlos Fuentes, una “Novela de La Mancha”, cuando acierta al distinguir entre “Novelas de Waterloo y Novelas de La Mancha”, fantasía novelada y novela fantaseada de realidad y de sueño.
Tal vez podamos hablar más ampliamente de ese libro que me gustó, que se lee con placer, pero cuyas frases quedan mucho tiempo flotando en la mente del lector, pues hace reflexionar, y mucho, sobre los tipos de realidad a la que nos enfrentamos nosotros, los hombres y mujeres de siglo XXI.
No sé si me extendí mucho, pero, aún así, creo que se quedaron muchas cosas en el tintero, entre las líneas torcidas de la pantalla del ordenador, en el espacio líquido que está más allá de la realidad y del sueño.
Enigmas de Primavera, un bello libro.
(*) Antonio Maura es escritor y crítico literario español.Enigmas de Primavera, de João Almino
Antonio Maura (*)
Enigmas de Primavera es una novela de fácil lectura, pero compleja. Muchas ideas fueron surgiendo de su lectura, ideas sobre el sueño y la realidad. Pero, ¿de qué sueño se trata, de qué realidad?
Escribí acerca de ese libro en cuanto lo leía:
“Se trata de un espacio entre la realidad y el sueño, pero ¿de qué realidad se habla, de la realidad de la red, del mundo de lo virtual, o de la realidad política, de la realidad de la carne que podemos acariciar? Y de que sueño hablamos, ¿de la fantasía novelada de Laila y Majnún, de la historia de la caída de Granada, de los sueños de un adolescente? Pero lo virtual no es un sueño ni una realidad: es un espacio líquido.”
Esto es, en parte, lo que veo en este libro, un bildungsroman, sobre la formación de un hombre y de una novela que se escribe al mismo tiempo. Tiene, por ello, muchos planos de lectura, muchas capas, como las de la cebolla o las de la cucaracha de Clarice, muchos planos que difícilmente podrían ser separados, pero que actúan sobre el lector y sobre el personaje.
Laila y Majnún, los dos amantes del relato casi místico, casi épico, de Nizâmî, que leí hace unos años, en la traducción española de Jordi Quinglés. Y de ese libro maravilloso de la literatura persa del siglo XII reproduzco estos versos:
Soy tuyo, por muy lejos que estés de mí.
Tu pena, cuando sufres, me da pesar a mí.
No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.
No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.
Cada recuerdo que ha dejado su huella en mí
permanece eternamente, como si fuera parte de mí.
¿Por qué hablar de ese libro casi desconocido en España si queremos hacerlo de esta novela? ¿Sólo porque los nombres de los personajes son Laila y Majnún? Pero existen otras mujeres bien definidas en la novela: Carmen y el afecto, Susana y el deseo, Laila y lo imposible, esa Laila de Majnún y de Nizâmî. Otro nuevo plano: el del amor. Es dificilísimo que una sola mujer, un hombre, pueda satisfacer todas las necesidades que busca un ser humano. El personaje del libro tiene que luchar por definir su amor y, en este aspecto, sí, es un verdadero bildungsroman.
También existen otras realidades, sueños: la realidad de las protestas sociales en el mundo contemporáneo, como fue la Primavera Árabe, el mayo del 68, el Movimientos de los Indignados del 15 de marzo en España, las revueltas de Brasil de este año, etc., etc. ¿Son sueños populares, realidades? ¿Qué realidad no es un sueño, que sueño no es una realidad? Y así podríamos ir descomponiendo las diferentes capas de la novela, por no hablar de la capa histórica –pues se adivina en el libro una investigación admirable sobre el reino Nazarí y la caída de Granada- que se mezcla con la realidad de nuestros días. Como también son actuales los paseos por Madrid, que reflejan sus personajes y que un habitante de la ciudad reconoce con certeza.
Así mismo: verdad y mentira, realidad y sueño. Hay también resonancias del Quijote y de las Memórias póstumas. Sería, siguiendo la clasificación de Carlos Fuentes, una “Novela de La Mancha”, cuando acierta al distinguir entre “Novelas de Waterloo y Novelas de La Mancha”, fantasía novelada y novela fantaseada de realidad y de sueño.
Tal vez podamos hablar más ampliamente de ese libro que me gustó, que se lee con placer, pero cuyas frases quedan mucho tiempo flotando en la mente del lector, pues hace reflexionar, y mucho, sobre los tipos de realidad a la que nos enfrentamos nosotros, los hombres y mujeres de siglo XXI.
No sé si me extendí mucho, pero, aún así, creo que se quedaron muchas cosas en el tintero, entre las líneas torcidas de la pantalla del ordenador, en el espacio líquido que está más allá de la realidad y del sueño.
Enigmas de Primavera, un bello libro.
(*) Antonio Maura es escritor y crítico literario español.